El amor de Dios nos capacita para ver su belleza y descubrir su rostro en el barro. Su amor nos permite mirar con sus ojos, con una mirada más amplia. Nos permite admirar y alegrarnos de la grandeza del hombre.

En la vida podemos comprometernos o pasar de puntillas, sin tocar demasiado las vidas de los otros y sin dejarnos tocar.

Dios nos ha creado únicos e irrepetibles y nos olvidamos pronto de nuestro valor original. Tenemos un tesoro escondido en vasijas de barro para entregarlo con humildad. Lo que nos guardemos para nosotros por miedo, pudor, vergüenza o egoísmo, se pierde para siempre.

Necesitamos vivir en el presente. Y más aún en este tiempo pascual en el que Cristo se aparece a los suyos en el presente, en un momento concreto, y les da su paz .

Queremos educarnos en la confianza de sabernos amados por Dios. Queremos vivir conscientes y seguros del amor de Dios en nuestras vidas. Cristo regresa para tocar nuestras heridas y nos deja tocar las suyas. Quiere vernos para que lo veamos. Pedimos que se nos revele en nuestro caminar.

Cristo, al lavar los pies, derrama el perfume de su amor. Mirando a Jesús arrodillado a sus pies se sienten importantes. El verdadero amor siempre eleva a la persona amada. La humillación de Cristo eleva la valía de los suyos. El amor humilde de Jesús despierta en sus corazones un amor más grande. Entienden que […]

Este domingo es una ventana abierta a la esperanza, a un mundo nuevo. Nos alegra colocar nuestra vida a los pies de Cristo, por amor a Él.

Morir significa dejar de lado nuestros deseos, renunciar a nuestros caprichos y morir, sí, morir para dar vida.