La fe nos lleva a ver sin ver, a acariciar sin tocar, a abrazar sin poseer y a disfrutar sin gozar plenamente. Nos levanta sobre la debilidad y nos hace luchar hasta el último aliento de vida.
El amor es lo que dignifica al hombre y lo hace, al mismo tiempo, capaz de amar. El amor hace que nunca deje de ser importante, porque el amor nunca pasa, nunca muere.
No queremos vivir tristes, porque la tristeza nos ancla a la tierra y no deja que el alma navegue por los mares de la misericordia de Dios. Todos tenemos en el alma un deseo profundo de felicidad plena y eterna y en el camino experimentamos la limitación. Queremos tener un corazón que logre vencer las tinieblas […]
Jesús nos abraza y nos sostiene. Nos recuerda todo lo que valemos, aunque, como los niños, estemos sucios y llenos de barro. En medio de nuestra pobreza sonreímos. Porque no tenemos nada que aparentar. Porque no es necesario demostrar lo que no somos. Somos lo que somos. Somos pequeños.