XIII Domingo Tiempo Ordinario
Él no tenía donde reclinar la cabeza y los suyos habían aprendido a vivir sin seguridades. Él soñaba cada noche, cada día, con nuevos días sin esclavitudes, ellos habían aprendido a ser libres a su lado. Él vivía en la verdad y su vida era bella, tan bella que sus palabras resultaban fascinantes, porque estaban llenas de una verdad eterna.