VI Domingo Pascua
Los acontecimientos de nuestra vida son esos misterios que nos ayudan a descubrir la mano de Dios guiando nuestra barca. Esos sucesos pasados nos dan ánimo, nos ayudan a caminar.
Los acontecimientos de nuestra vida son esos misterios que nos ayudan a descubrir la mano de Dios guiando nuestra barca. Esos sucesos pasados nos dan ánimo, nos ayudan a caminar.
Peregrinamos a Schoenstatt y a Roma. Son dos momentos. Uno más hacia dentro, de poder alegrarnos y agradecer, de renovación en familia de la alianza de amor con María, de volver a ese primer amor. El otro más hacia fuera, de servicio, entrega y disponibilidad a la Iglesia. Vamos unidos. En familia.
Es bonito pensar que hay un sitio pensado para mí en el cielo, un lugar hecho a mi medida, ese hogar añorado que tanto deseo, esa tierra soñada que me espera. Junto a aquellos a los que amo.
La vida verdadera surge a través de la puerta. La puerta del Santuario que nos lleva a María. La puerta abierta de nuestro propio corazón en el que entra Dios.
Es posible volver a comenzar. Hace falta volver al origen, a lo que somos, a lo que no perderemos porque forma parte de nuestra forma de ser, de nuestras raíces, de nuestro ser más profundo.