El amor de Jesús es un amor lleno de misericordia. Un amor hondo, que no necesita palabras. Vive en los silencios y en las miradas. Es un amor de abrazos y ternura. Un amor que se da sin medida.
Si soy dócil podré descansar en Él sin rebelarme continuamente contra lo que no controlo. Él sabe mejor que yo lo que me hace feliz. Puede colmar mi corazón si yo me dejo.
Me gusta ser uno de esos discípulos tan amados de Jesús. A Él le importan mi vida, mi pesca, mi barca. Quiero sentirme amado en todo lo que vivo. En el fuego de ese primer amor a Jesús.
No buscó aparecerse delante de multitudes. No. Sus encuentros son personales. Ocultos. Sencillos. Son encuentros de amor con nombre propio. Vuelve por amor a los que ama, a los que le aman.