III Domingo Pascua
Es posible volver a comenzar. Hace falta volver al origen, a lo que somos, a lo que no perderemos porque forma parte de nuestra forma de ser, de nuestras raíces, de nuestro ser más profundo.
Es posible volver a comenzar. Hace falta volver al origen, a lo que somos, a lo que no perderemos porque forma parte de nuestra forma de ser, de nuestras raíces, de nuestro ser más profundo.
La Pascua es el amor de Cristo resucitado que irrumpe en nuestra vida pequeña y mezquina y la salva; la hace grande, libre, inmensa por obra de su misericordia.
Un amor nuevo, resucitado, lleno de esperanza que levante a los desesperados, que salve a los caídos, que acerque a Dios a los más alejados. Un amor que todo lo enaltezca, que espere y sueñe.
¿Qué cruz le pido a Jesús besar hoy? ¿Qué cruz quiero que Jesús bese?
Lavar los pies significa servir. Jesús nos pide que hagamos lo mismo que Él. Que nos arrodillemos ante otros, que dejemos al otro en primer lugar, que sirvamos.Como Él esta noche.
Jesús amaba a Judas. Nos ama a cada uno y nos da siempre una nueva oportunidad.
Juan recuesta su cabeza en el pecho de Jesús.Y en él descansa.
Cuando el poder de Jesús no impresiona, no vence, somos nosotros los que nos asustamos. Tememos el fracaso, el abandono, la muerte.
El amor asemeja. El amor verdadero nunca es egoísta. El egoísmo deforma el amor sano y lo enferma. Del egoísmo surgen los celos y las envidias, y nos volvemos raquíticos.
Cuando vivimos en la luz, comprendemos lo que tenemos que hacer. Cuando no vemos no podemos poner orden en nuestra vida.