Epifanía del Señor- 6 de enero 2015
Hay personas que son estrellas que nos llevan a Jesús, que ponen una escalera para llegar hasta el cielo. Para que Dios baje y se ponga a nuestra altura.
Hay personas que son estrellas que nos llevan a Jesús, que ponen una escalera para llegar hasta el cielo. Para que Dios baje y se ponga a nuestra altura.
Sueño con que ese amor de Jesús me haga capaz de amar. De sentir como Él sentía. Capaz de llorar y reír, de quedarme y partir. De estar atento al dolor ajeno. Preparado para perder la vida. Sin seguros.
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
El amor de Dios excede los límites de mi alma que tantas veces se conforma con tan poco. Supera toda capacidad humana y nos alegra. Nos acercamos como niños a su inmenso mar de misericordias.
Y Dios se hizo hombre…y caminó entre nosotros.Se abre el portal para nosotros.
Jesús viene a cambiarnos la vida. Viene a quitarnos cosas, comodidades, satisfacciones, para lograr vaciarnos. Y así, una vez vacíos, estamos en disposición de acogerle a Él.
Ahora sólo puedo agradecerle a Dios que el camino que tengo es el mejor, mi mejor Belén en el que nace Dios. Aquí, en mi realidad, donde vivo, en mi pobreza. Aquí, con mis límites, con mi amor torpe.
Adviento tiene mucho de gratuidad. Poco de derecho. Dios se nos dona y le da sentido a la vida. Viene, no para ser adorado, sino para invitarnos a encontrarnos con Dios en el hombre, en el pobre.