El corazón desea prepararse para la fiesta de nuestro gran jubileo. Es un año especial, un año de gracias. «Tu alianza, nuestra misión», es el lema que nos acompaña y nos ayuda a vivir este año como un año de gracias, un año de alegría, un año de esperanza, un año de reconciliación, un año de intensa vida de oración y profundo agradecimiento.
Somos muy afortunados porque los años jubilares son años de conversión, años santos en los que Dios se hace muy presente. Quisiera utilizar varias imágenes que nos puedan acompañar en este tiempo. Son imágenes asociadas a los años jubilares: el cayado de peregrino, el fuego que comenzó a arder en el corazón del Padre Kentenich, la puerta santa que se abre de forma especial, el agua que nos purifica y nos ayuda a pedir perdón y perdonarnos.
¡Qué hermosa semejanza entre Moisés y el padre Kentenich! La «tierra prometida» de Schoenstatt vienen a ser los santuarios fuentes de las tres gracias, desde los Santuarios hasta los corazones consagrados a la MTA. Pero ¿es cierto que los schoenstattianos en todas partes tendemos a aburguesarnos, conforme pasan los años y devienen las responsabilidades sociales y familiares? Y entonces es cierto que nos cuesta pasar por la Puerta Santa, nos cuesta entender para que sirven las Indulgencias Plenarias, y asi para qué sirven muchas otros dones. Se nos endurece en corazón y de pronto un buen día, no lo descubrimos ni aunque nos los señalen, somos un impedimento para la gracia. Y por eso no nos queda otra alternativa que ser perseverantes en la oración, rezar y rezar, y seguir rezando.