Estamos llamados a hacer lo mismo que Jesús hizo en la tierra: sanar enfermos y predicar el amor de Dios. Ser como Él. Curar con nuestras manos con el mismo amor, tocar las heridas con la misma misericordia, ayudar a ver, a caminar, a escuchar, a limpiar, desde la impotencia de saber que no somos nosotros, que es Jesús a través de nuestra debilidad.