“Dos son los legados que debemos dar a nuestros hijos: uno es las raíces, el otro son las alas”. En primer lugar, la familia tendría que ser un lugar donde echar raíces, porque el corazón necesita una tierra estable y firme en la que crecer. En segundo lugar, la familia tendría que ser el espacio en el que nos crecieran las alas. Alas para volar, para no quedarnos allí recluidos.