Nos abruma la distancia respecto a este Cordero de Dios. Cristo, el Hijo de Dios, es el cordero obediente a la voluntad de Dios y carga, en su pureza, con nuestra impureza. Su fidelidad es el rasgo más característico. Hoy miramos al Cordero fiel y somos conscientes de nuestra propia infidelidad. ¿En qué no somos fieles? ¿Qué quiere Dios de nosotros? ¿Qué espera que hagamos y nosotros no le respondemos?