Cuando uno hace el camino de Santiago sigue unas flechas amarillas marcadas en el camino. A veces es necesario elegir un camino en el que no se ven esas flechas. En esos momentos el corazón se llena de miedos e inseguridades. Es posible que estemos caminando por un camino equivocado y tendremos que desandar lo andado. Lo mismo ocurre en la vida; los miedos nos atan y no nos dejan vivir con un corazón joven que es capaz de arriesgarse y saltar.