Un solo hombre basta para contener la brecha, un hombre débil y pequeño. Un solo hombre puede cambiar la historia de la humanidad. Pero hace falta el sí de ese hombre, su docilidad a los planes de Dios, su deseo de servir y dar la vida. Es igual que esa pequeña semilla que tiene que enterrarse para dar fruto. Una sola semilla. Puede ser nuestra vida, nuestro sí, nuestra palabra sincera.