Tenemos la vocación de ser ovejas antes de ser pastores. Nos acercamos para descansar en sus pastos, para dejarnos arrullar por su voz, para alimentarnos de su Pan que se parte y beber de la fuente que mana de su corazón. Queremos pertenecer a sus ovejas predilectas, amadas y reconocer en cada momento su voz.
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