La humildad de Juan siempre me ha impresionado. Porque él conocía a Dios. Lo había buscado toda su vida en el desierto, había caminado en su senda, había realizado lo que Él le pedía. Muchas veces nosotros podemos sentirnos más que Jesús. Más preparados que Él, incluso más santos. Se nos puede olvidar que no nos siguen a nosotros, que es a Él en nosotros. Podemos caer en la tentación de pretender aquello que sólo le toca a Él..