La indulgencia plenaria es una gracia de Dios, un don, es la expresión de su misericordia. Dios se abaja para levantar al hombre que ha caído y así restaurarlo. La Iglesia, por medio de la indulgencia, nos ayuda a tocar el corazón misericordioso de Dios. Es una gracia que se nos concede para aprender a caminar. Un misterio. No tenemos derecho a recibir la indulgencia, pero sí podemos acogerla con un corazón sencillo y alegre y aceptar así el don para beneficiarnos de él.