Vivir en el Reino de Cristo significa previvir lo que va a ser nuestra vida con Él para siempre. Significa pregustar el paraíso en la tierra. Un Reino que se hace presente en ese amor que damos y recibimos. Un Reino en el que lo importante es entregar la vida, porque para eso hemos nacido, para darnos. Sin apegarnos, sin reservarnos. Es la tensión de dar sin querer retener y recibir sin acaparar.