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50 años de muerte de P. Kentenich- 15 septiembre 2018

He ahí a tu madre, he ahí a tu hijo. La madre del P Kentenich lo consagró a María siendo niño. He ahí a tu hijo. Ese fue el último evangelio que proclamó antes de morir tras celebrar la eucaristía. María había cumplido su promesa de ser su Madre.

XXXIII Domingo tiempo ordinario

Descarga Word. Quiero ser lugar de encuentro en el que Jesús se haga presente llenando de luz mi vida. Quiero ser capaz de acoger y comprender. Quiero estar cerca del que más necesita, del que más sufre.  

XXII Domingo tiempo ordinario

Descarga Word. Hablo de ese Dios enamorado que me ha enamorado. Me ha dado el fuego para ser portador de una esperanza definitiva, verdadera, en medio de muchas esperanzas pobres y pequeñas.

XVII Domingo tiempo ordinario

Descarga Word. Me arrodillo ante el que cae. Levanto al que no puede caminar más. Cargo sobre mí lo que el que sufre ya no puede. No quiero ser indiferente. Me comprometo. Amo. Quiero.  

XVI Domingo tiempo ordinario

Descarga Word. Jesús me espera al final del día para que descanse en su regazo. Estoy cansado y agobiado. Sonríe y me dice que me quiere. Que ha merecido la pena todo mi esfuerzo. Necesito descansar.

XV Domingo tiempo ordinario

Descarga Word. Creo en ese Dios que ha tejido conmigo mi historia. Creo en ese Dios que me ama con locura. Creo en ese Dios que ha actuado en mi vida, aunque no lo haya visto tan a menudo.  

XIV Domingo tiempo ordinario

Descarga Word. Necesito una mirada confiada en la bondad del hombre. Aunque me tachen de inocente. Creo en una segunda oportunidad, después de haber fallado. En el perdón que sana las heridas.

XIII Domingo tiempo ordinario

Descarga Word. Sueño con una vida plena en la que todo mi interior mire al cielo. Amo la tierra amando el cielo. Amo mi vida sin dejar nada fuera. Amo todo lo que soy y tengo. Puedo dar más, ser más.  

XI Domingo tiempo ordinario

Descarga Word. No me cuido a mí mismo, cuido a otros. No me guardo para no perderme, me entrego sin poner medida. Mi salud pasa a un segundo plano. Igual que mis deseos y mis sueños. Y me hago ofrenda.