Homilía 5 de enero 2014. II Domingo de Navidad
La Navidad debería ser más silencio, más contemplación. Ante el niño que nos sonríe sólo nos queda mirar. Buscar la paz de ese Dios que habita en mi silencio.
La Navidad debería ser más silencio, más contemplación. Ante el niño que nos sonríe sólo nos queda mirar. Buscar la paz de ese Dios que habita en mi silencio.
Es el deseo del corazón. Que Dios nos tenga en la palma de su mano. Nos hable, nos escucha, nos abrace. Es el deseo para comenzar a caminar seguros en este año en blanco que se nos presenta como un regalo.
Por eso la Navidad un tiempo para aprender a querer sin rencores, a abrazar sin sentimientos de rechazo. Es un tiempo de perdonar y ser perdonados.
Viene su luz, su paz. Confiamos como niños. Es posible que todo cambie, creemos. Y el corazón se alegra. Es Navidad. Es la noche santa. Es el día lleno de luz. Dios hecho carne.
Dios mío, si pudiera comprender que naces también en mi alma. Mi corazón es pobre, ya lo ves, un pobre establo en Belén(…). Señor ven, habita esta noche en mi alma.
La Iglesia nos invita a mirar a José. Lo único que le pide Dios a José esa noche es que tome a María y que no la deje. No le explica cómo va a ser toda su vida de golpe, simplemente le pide que dé un primer paso, sólo uno. Luego vendrían muchos más. Le […]
Los grandes ideales, son los que ensanchan el alma y no nos dejan conformarnos con lo que tenemos. Siempre podemos seguir caminando alegres una etapa más, dar algo más. Aunque sea oscuro vendrá la luz en algún momento. La alegría de soñar con la meta pero disfrutando la etapa. La alegría de caminar con alguien […]
Hay mayor alegría en dar que en recibir. Pero con frecuencia queremos recibir cuando damos, y obtener algo a cambio cuando entregamos.
La capacidad de amar es el mayor talento que podemos suplicar. No lo es tanto la eficacia, ni la inteligencia, ni la fuerza, ni las capacidades que Dios nos regala. Es la capacidad que Dios ha puesto en el alma de amar desde lo profundo, desde lo más hondo. Ese don del Espíritu que nos […]
La capacidad de amar es el mayor talento que podemos suplicar. No lo es tanto la eficacia, ni la inteligencia, ni la fuerza, ni las capacidades que Dios nos regala. Es la capacidad que Dios ha puesto en el alma de amar desde lo profundo, desde lo más hondo. Ese don del Espíritu que nos […]
«El Reino de Cristo parece ineficaz, porque su fecundidad no se centra en los números, en los logros impresionantes. Nace en el silencio, se manifiesta sin que nos demos cuenta».
El amor de Dios nos busca, nos seduce, calla y aguarda a nuestra puerta. Las obras de este mundo son caducas y no calman la sed de infinito que todos tenemos.
Queremos entregar la vida cada día, conscientes de nuestras debilidades, pero alegres por saber que estamos dispuestos a vivir a su lado en el cielo para siempre.
La mirada del amor. El árbol con raíces profundas en Dios. El abrazo que nos da María. El océano que tenemos en el alma cada uno, original y diferente. Las manos que se tienden.Ese es el ideal de familia al que aspiramos.
Su limitación es la llave de entrada. Jesús entra en su vida. Él en la vida de Jesús. Todo por ser bajo de estatura.
Mirar a Dios cara a cara y decirle que sí, que entendemos y queremos nuestra vida como es. Con sus límites y carencias, con su bondad y su pecado, con su belleza y sus arrugas.
Nos sana aceptar que no podemos y pedir ayuda. Volver la mirada al que puede socorrernos. Dios siempre nos ve frágiles y necesitados. Ve la herida detrás del maquillaje.
«El amor personal a Cristo nos descentra, nos saca de nuestros seguros y nos abre al corazón del que necesita, del alejado»
La fe, nuestra propia fe, es un salto en los brazos de Dios que nos espera lleno de alegría. Es la fe en un Dios que construye sobre el barro del hombre que cree y persevera. Y con ese barro hace grandes milagros. Los santos llegaron a ser santos cuando experimentaron en sus vidas el […]