Aprendemos a perdonar cuando hemos sido perdonados.Nuestra capacidad de perdonar aumenta cuando experimentamos en nuestra vida el perdón de Dios y el perdón de los hombres. La petición de perdonar hasta setenta veces siete resuena hoy en nuestro corazones.¿Estamos dispuestos a olvidar las ofensas que nos hirieron el alma? ¿somos capaces de volver a confiar en aquellos que nos han fallado? El camino es suplicar el don de tener un alma grande capaz de perdonar, olvidar y confiar de nuevo.