La familia es el taller elegido por Dios para formar un hombre nuevo. Para ello son muy importantes el respeto. El respeto para aceptar que el otro, a quien tanto conozco y tanto quiero, tiene mucho que enseñarme con su vida y sus palabras. Es aceptar que nos queda mucho todavía por aprender en la vida. Es creer que los hijos, a quienes vemos todavía tan pequeños e inmaduros, me pueden ayudar a crecer con sus palabras y su ejemplo. Ya se trate de nuestro hijo, esposo, esposa, padre o madre, siempre hay una nueva oportunidad que Dios me da para avanzar en el camino. El respeto permite seguir creciendo. Cuando se pierde el respeto se pierde la capacidad para admirarnos y sorprendernos ante la belleza del otro.