Sólo un leproso conoció el corazón de Jesús de verdad, su mar de misericordia, su mirada hasta el fondo del corazón. Sólo él comenzó con un corazón nuevo. Es la actitud del que sabe que todo es don, que nada le pertenece y a nada tiene derecho. Del que no se queja continuamente exigiéndole a la vida que le dé lo que le pertenece. ¿Cuántas veces nos quejamos a lo largo del día? ¿Está el agradecimiento en nuestros labios con frecuencia?