Este domingo, al escuchar las lecturas, dos frases se han quedado grabadas en mi corazón. La primera es de Pablo: «Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo». La segunda de un leproso: «Si quieres, puedes limpiarme». Estas dos frases están unidas en nuestra vida. No hay seguimiento posible sin sanación. Y, a su vez, la sanación está precedida por el seguimiento. Seguimos, normalmente, a quien puede sanar nuestra alma.