Vivir los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia es vivir como Cristo. Cada uno en su vocación. La castidad matrimonial es un don y una tarea. Tiene que ver con volver a escoger cada día. Es la opción de toda la vida. Opto por algo cada día y renuncio al resto de las opciones cada día. Elijo a la persona a la que quiero, la vuelvo a elegir. Es el único en mi vida. Y me entrego en cuerpo y alma de forma única. Con todo lo que soy.