Cristo, al lavar los pies, derrama el perfume de su amor. Mirando a Jesús arrodillado a sus pies se sienten importantes. El verdadero amor siempre eleva a la persona amada. La humillación de Cristo eleva la valía de los suyos. El amor humilde de Jesús despierta en sus corazones un amor más grande. Entienden que el amor es servicio y se ven capaces de entregar su vida.