La injusticia pesa. Es injusto que aclamen como rey a un hombre que no quiso ser rey de este mundo. Tan injusto como lo serán más tarde la corona de espinas y los latigazos sobre su cuerpo. Es injusto que lo aclamen rey y se alegren, porque la gloria de este mundo es pasajera y no llena el alma. Tan injusto como proclamar rey en la cruz a un hombre acusado injustamente y a punto de morir. Son las paradojas de este día de fiesta.