Quisiéramos introducirnos en su corazón herido, participar allí de su vida, de sus sentimientos, de lo que Él ama. Allí nos sentimos queridos, aceptados en nuestra verdad. Cuando nos hemos adentrado en la hondura de este misterio estamos preparados para recibir su Cuerpo y su Sangre en nuestro corazón herido y pobre.