Una persona decía, después de más de 35 años de matrimonio: «Un beso de mi mujer por la mañana es como ir al Santuario». Así de concreto es el amor humano. Si el amor conyugal no se expresa, se enfría. Y cuando se expresa, lleva al cielo, a lo más sagrado. Así de concreto es el amor de Cristo, que quiso quedarse en medio nuestro de tal forma presente, que pudiéramos tomarlo en nuestras manos y comerlo, de forma natural. ¿Cómo podrá Dios caber en un pequeño trozo de pan?